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La educación como salvavidas del país

“Tales son las recompensas de las letras; tales son sus consuelos. Yo mismo, aun siguiendo de tan lejos a sus favorecidos adoradores, yo mismo he podido participar de sus beneficios, y saborearme con sus goces.” Esta cita pertenece a quien sin duda debe ser uno de los americanos más letrados, preparados e ilustres de la historia: Don Andrés Bello. Sí, ese Andrés Bello que la mezquina historia se empeña en encasillar en uno de sus roles menores: el maestro de Simón Bolívar. Pero Andrés Bello fue mucho más que eso, fue un hombre de ciencias, de letras, un cultivador del conocimiento. Andrés Bello es sinónimo de universidad, de enseñanza, de sabiduría y, aun así, se maravillaba del poder de las letras.

¿Por qué digo esto? Porque el futuro de un país, es decir su crecimiento o su debacle en los años venideros, estará íntimamente ligado al nivel educativo de sus habitantes o, como se diría en términos matemáticos: el progreso de un país es directamente proporcional a la educación de sus habitantes. 
Y en caso de muchos países latinoamericanos, de lo cual Panamá no se escapa, el panorama hacia el futuro luce comprometido, por decir lo menos. 
Sin embargo, para poder dimensionar la gravedad del problema que se nos avecina, debemos entender que la educación es un concepto multidimensional, que implica una amplia variedad de factores humanos que pueden ir desde las buenas costumbres que nos imparten en nuestros hogares, hasta el doctorado más avanzado. Tener esto claro nos ayuda a ver la importancia de la educación más allá de un título, más allá de los buenos modales.
Para comenzar, algo que debemos asumir es que en la actualidad hay muchos “analfabetas funcionales” (por muy duro y feo que suene este término) es decir, personas que leen (sin entender lo que leen) e hilan letras para crear estructuras parecidas a palabras, pero la pésima ortografía destruye la intención de construir oraciones. Lo mismo sucede con otras ciencias del conocimiento: necesitan calculadoras para sumas y restas sencillas, la historia termina siendo lo que sucedió ayer, el arte se limita al reguetón y toda la ciencia se resume en los consejos de un astrólogo/tarotista. Ese es, en esencia, el perfil del analfabeta funcional, lo cual no tendría nada de malo de no ser por el hecho, gravísimo, que muchos tienen título de bachiller y no pocos, de universitarios.
Veamos ahora, cuáles son las áreas dónde la falta de educación está causando más estragos entre la sociedad latinoamericana, especialmente en Panamá:
1. Falta de educación vial: para ser sinceros, las calles, vías y avenidas de Panamá se han convertido en una suerte de ruleta rusa en la cual los conductores no sabemos cuándo nos tocará una bala en forma de otro auto (o diablo rojo, taxi, pirata o más recientemente, motos). Entonces, vale la pena preguntarnos ¿por qué hay tantos accidentes de tránsito en el país? Se podrá decir que por el alcohol o por el uso del celular, pero lo cierto es que muchos accidentes son consecuencia de una pobre educación vial. No manejamos preventiva ni defensivamente, no cedemos paso, no usamos direccionales, no respetamos límites de velocidad, entre otras cosas. 
2. Falta de educación sexual: según cifras publicadas, la cantidad de embarazos en adolescentes y el incremento en ataques de índole sexual dentro del mismo grupo etario, habla (más bien grita) de las carencias que en este sentido tiene los jóvenes panameños. Educar y preparar mejor a nuestros adolescentes sobre una sexualidad responsable, sobre identificar y denunciar a predadores sexuales podría tener un impacto determinante en las generaciones futuras. 
3. Falta de educación política/ciudadana: un pueblo ignorante de sus realidades políticas, sociales y civiles es presa fácil del populismo, la demagogia y de líderes mesiánicos, sean estos de izquierda o de derecha, mejor dicho, de los extremos de estas tendencias y peor aún, hace que los ciudadanos (tal vez quepa mejor llamar pueblo) no se involucren en los procesos políticos y dejen en manos de personas poco preparadas, corruptas o incapaces los destinos de todos. Pero en un momento histórico tan crítico como el que está viviendo Panamá, la falta de educación política puede pasarnos una factura muy alta, sobre todo con los resultados de la reforma constitucional. 
4.  Educación sanitaria: enfermedades cardíacas, diabetes, VIH, obesidad y distintos tipos de cáncer son sólo algunos de los problemas de salud púbica que diariamente cobran vidas panameñas, vidas que pudieran salvarse fácilmente con mejores planes de educación y prevención, lo cual ayudaría, a su vez, a ahorrar recursos en medicina curativa. Expertos en salud señalan que invertir en medicina preventiva (ergo, educación) es la mejor inversión posible, mejor que pagar costosos tratamientos.  
5. Educación social/cívica: violencia, intolerancia, insultos… ese parece ser el pan nuestro de cada día, tanto en las calles como en las redes sociales (sobre todo en estas últimas). Pero también estamos viendo posiciones casi fundamentalistas ante lo que nos es diferente, ante las minorías: homofobia, xenofobia, sexismo, racismo y otras fobias más se están haciendo cada vez más recurrentes. Es menester de todos, como sociedad, poner freno a la expansión de estas tendencias, condenarlas y denunciarlas.
Como vemos, la educación no debe ser vista como un lujo, un accesorio o una opción, no, debe ser considerada un derecho para todos, pero ante todo, debe ser una obligación para el Estado. Para lograr un país con futuro, necesitamos una educación de calidad en el presente.
¿Por cierto, ya está usted al tanto de los cambios a nivel de educación que se contemplan en la nueva constitución?