Agencia de Noticias Panamá

Es hora de poner atención

A comienzos de la semana, la humanidad entera conmemoró el septuagésimo quinto aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz. En aquel entonces, 75 años atrás, el mundo descubrió los horrores que la Alemania Nazi había cometido en contra de millones de víctimas, judíos la gran mayoría, y hoy, al recordarlo, nos embarga una mezcla de sentimientos que van desde la tristeza a la rabia, pasando por dolor, indignación y frustración.
Pero hay una gran lección que nos dejó todo esto: el exterminio de millones de personas no comenzó de la noche a la mañana, ni fue un hecho aislado o fortuito, lejos, fue algo planificado y ejecutado con tiempo y lo que fue peor aún, ante los ojos de una comunidad internacional que prefirió guardar silencio, hasta que la guerra y sus horrores tocaron a sus puertas.
Lamentablemente, pareciera que esta lección, lejos de haber sido aprendida y aplicada por todos, está pasando al olvido o tal vez, puede ser, que nuestra capacidad de mirar hacia los lados y no poner atención a las señales de peligro que nos rodean es más grande de lo que muchos pensamos.
Y digo esto porque desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hemos sido testigos de muchos actos de genocidio (asesinatos planificados y sistemáticos de grupos civiles por motivos raciales, religiosos, de género o políticos) y todos estos, como en el caso alemán, comenzaron con pequeños actos a los cuales nadie le prestó atención. 
Para ilustrar mejor lo que planteo, recordemos que el accionar de la Alemania Nazi tuvo una respuesta firme y categórica por parte de la Europa Occidental prácticamente cuando invadieron Francia y pusieron en riesgo al Reino Unido, antes de esto, ya se había dado persecuciones internas contra judíos, gitanos, negros, homosexuales o comunistas e invasiones a varios países de Europa Oriental o vecinos de Alemania. 
Caso similar se dio con Japón, quienes casi en simultáneo habían invadido la región china de Manchurria, masacrando a todos a su paso, fueran estos civiles o militares chinos, pero no fue sino hasta el ataque a Pearl Harbor que el mundo y en especial Estados Unidos, reaccionaron.
Pero, lamentablemente, como decía, esto se repitió en Ruanda, cuando los Hutus masacraron a casi 1 millón de Tutsis o de Hutus moderados. También pasó en la Antigua Yugoslavia o en Sudán (Darfur), Afganistán con el Talibán o más recientemente Siria o Iraq con ISIS. En cada uno de esos casos, los perpetradores dieron claros signos de lo que iba a ocurrir y cuando la comunidad internacional reaccionó, ya era muy tarde para miles de víctimas.
Ahora bien, esto se da en contextos macro, pero si ponemos más atención, y como sociedad debemos hacerlo, este patrón de señales que anticipan una tragedia se repite en aspectos mucho más micro, muchos más cercanos. Veamos.
·         El femicidio: cada vez que una dama es asesinada a manos de hombre cercano (generalmente la pareja) este hecho es el resultado de una escalada de violencia, que inicia con lo verbal o emocional, pasa a lo físico y termina con la muerte. Muchas veces, vecinos, amigos u otros familiares ven lo que sucede, pero, como se dice en términos taurinos, ven los toros desde la barrera. Acá se hace imperioso proteger a la víctima antes que sea muy tarde.
·         La delincuencia juvenil: de nuevo, un joven no se hace delincuente de un día para otro, para esto, deben pasar una seria de sucesos, los cuales suelen dejar una estela de señales. Por ejemplo, el joven deja de interesarse en cosas que habitualmente le eran de agrado (deportes, alguna actividad cultural, etc.) deserta de la escuela, cambia de amistades o pasa a relacionarse con personas de dudosa reputación. Otra señal es que tiende a hacerse más violento o irrespetuoso. Luego, de no ser atendido, llegará a un punto en el cual comenzará a darse lujos o placeres que antes no disfrutaba, esto sin tener un trabajo conocido o con ingresos que lo justifiquen. Y, de seguir por esta senda, terminará en la cárcel o en la morgue. 
·         Ataques a minorías: la violencia por temas raciales, religiosos o xenófoba suele dar claras y marcadas advertencias antes de suceder, pero solemos ignorarlas porque “no es a mí a quien afecta” (más o menos la posición tomada por USA las primeras etapas de la Segunda Guerra Mundial, antes de ser atacados). En estos casos que se plantean, existen grupos extremistas que lanzan amenazas e insultos contra los grupos que adversan, creando campaña de odio que desembocan, muchas veces, en lo que hoy se conocen como crímenes de odio, algunos de ellos en verdaderas tragedias (ataques masivos en eventos públicos, por ejemplo). 
  Tal vez usted pueda pensar, querido lector, que es un poco exagerado comparar los horrores de los campos de extermino Nazis con esto que planteo, pero dejo este elemento para la reflexión: sólo en lo que va de enero, en Panamá se han dado más femicidios (6) que lo que se dio en diciembre de 2019 (4) el mes que más crímenes de este tipo tuvo el año pasado. Si mantenemos esta cifra de 6 femicidios (Dios quiera que no) tendremos 72 víctimas en un año, pero no estamos solos, sólo en México se dieron mas de 900 femicidios en 2019 y si sumamos todos los sucedidos en el mundo, querido lector, esto ya puede considerarse feminicidio, es decir, un acto sistemático de matanza por el mero hecho de ser mujeres.
Es hora de abrir más los sentidos y concienciar que, tal vez hoy no seamos las víctimas, pero si no actuamos, no estamos exentos a serlos en el futuro.