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El Panamá del futuro

El culebrón de la fuga y recaptura del asesino dominicano Gilberto Ventura nos abrumó una decena de días, pero ya está a buen recaudo, ¡ojalá por los próximos 50 años!, ahora toca depurar la fuerza pública hasta el más alto nivel necesario porque creer que solo rasos están implicados en esta trama insulta la inteligencia de cualquiera. Y los crípticos mensajes de las autoridades no ayudan a tener fe en el sistema.

Pero también nos ha entretenido la semana el “misil” que se lanzó la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá respecto a abrir el mercado de las profesiones liberales protegidas por ley a la inmigración, o sea el libre tránsito laboral, porque desató todo un debate en los gremios afectados, que a priori condenaron la sugerencia, y hasta la convocatoria a una manifestación de repudio frente a la sede de esa entidad patronal.

Ya la sociedad panameña venía un poco crispada por la desafortunada afirmación de una veterana dirigente empresarial sobre que “si quieres agua, ve a buscarla al río” al referirse a la crisis del sistema de acueductos y la posible subida de las tarifas, congeladas desde hace casi medio siglo.

Ello siguió a la insinuación de subir la edad de jubilación, el porcentaje de la contribución de trabajadores y empleadores, además de la cantidad de cuotas que hay que pagar previamente, para poder aspirar a una pensión más o menos digna, lo que puso en guardia a la población.

Como es Panamá, es muy posible que estos debates queden soterrados momentáneamente por la proximidad de los carnavales, la fiesta que se toman en serio las grandes mayorías en este país tropical, porque desde hace un par de semanas en el Estado y muchas empresas privadas están acumulando horas extras para poder librar el lunes de la fiesta de Momo y así cumplir con el rito de cantar “pescao” desde el viernes de la coronación hasta el amanecer del “entierro de la sardina” el miércoles siguiente para correr a buscar la ceniza la gran mayoría de católicos.

Casi cinco días de escape, para la gran mayoría de sana diversión, y de trabajo en exceso y extenuante de toda la fuerza pública y equipos de sanidad y rescate para tratar de evitar desgracias personales en la ciudad y los balnearios del interior.

Pero los debates y cuestionamientos volverán con el inicio de la cuaresma el 26 de febrero próximo, a pocos días del inicio del año escolar, por eso no todo debe ser jolgorio, es necesario reflexionar qué país queremos, en materia de seguridad, de desarrollo, de sanidad y servicios básicos, y encararlo con la realidad por más dura y cruda que sea.

He conversado con diversas fuentes y nadie se cree que depurar la policía será tarea fácil para el nuevo ministro de Seguridad, porque el tema rebasa al director de esa entidad, quien ha cogido “un aire” con la nueva detención del dominicano Ventura, al que esperan ver con sus huesos en Punta Coco, junto con sus colaboradores en la segunda fuga que protagoniza en el país.

También a los profesionales con los que trate el asunto de la inmigración al preguntarles señalaban honestamente que es necesario, pero sin deteriorar el poder adquisitivo de los locales, mientras se forma la masa crítica de nacionales para atender la demanda de nuevas ocupaciones que la revolución industrial 4.0 está creando. Se sabía, desde el quinquenio pasado, que en la próxima década se van a necesitar al menos 150.000 personas preparadas para cubrir las ocupaciones nuevas, pero actualmente no se llega a cubrir el 50 por ciento de la oferta laboral existente.

Nadie duda que Panamá forme de los mejores médicos y enfermeras en América, convalidados por EE.UU., pero ¿Dónde están? Si en el interior del país no hay especialistas.

Las especialidades de ingeniería y arquitectura están en un nivel actualizado muchas de ellas, pero otras no, y se necesita una actualización de conocimientos y herramientas de última generación, si no hay ningún panameño que las conozca ni maneje, toca “importar” talento para las universidades y para los proyectos, donde con educación dual es posible cerrar esa brecha.

Otra cosa es el derecho y la contabilidad, esas actividades requieren mucho conocimiento de los códigos y la idiosincrasia de los panameños, así que no suena lógico permitir su ejercicio a extranjeros. El tema hay que verlo con “cabeza fría” y ponderar pro y contras, no cerrarse en banda a no discutirlo por temor o inseguridad.

Lo mismo ocurre con la salubridad, la salud y las jubilaciones, son temas que tienen que salir al debate público ya, para escuchar todos los puntos de vista y buscar la solución más equilibrada, recordemos que somos el segundo país en América y el sexto en el mundo con la peor distribución de la riqueza, y eso es caldo de cultivo para los agitadores. Recordemos que aún está en el limbo la discusión de las reformas electorales y la de la nueva Constitución, evitemos que esto se nos vuelva una bola de nieve incontrolable.