Agencia de Noticias Panamá

El Banco Mundial insta a la colaboración entre países para afrontar golpe económico causado por el Coronavirus

(Ciudad de Panamá-ANPanamá) La colaboración entre países será la clave para que el planeta supere los estragos que va a causar la pandemia del Coronavirus, aun en los que no reportan casos, advirtió una experta del Banco Mundial (BM), institución que tiene 12.000 millones de dólares disponibles para ayudar.

La vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones (EFI) del Grupo Banco Mundial, Ceyla Pazarbasioglu, advirtió que “el brote de la nueva enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha causado ya un alto costo en vidas humanas y se reconoce por lo que es, una emergencia sanitaria mundial. A medida que el virus se propaga por el planeta, la pregunta es ahora si se pueden proteger las vidas de las personas y detener los daños económicos”.

En un análisis publicado este sábado en el blog del BM, Pazarbasioglu manifiesta que a partir de experiencias pasadas, “sabemos que una acción firme, coordinada y rápida marca la diferencia cuando la economía mundial enfrenta una amenaza común.  Eso está empezando a ocurrir”.

“Diversos países han anunciado programas de estímulos, varios han reducido las tasas de interés y tanto el Grupo Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional han dado a conocer grandes paquetes de asistencia financiera para ayudar a los países a afrontar la crisis sanitaria y limitar los perjuicios económicos”.

Sin embargo, advierte, “lo que viene será crucial: en las próximas semanas, todos los países —incluso aquellos que no tienen ningún paciente con la enfermedad por coronavirus— deberán tomar medidas de políticas concretas para proteger a sus poblaciones y reducir los daños a sus economías”.

Nadie puede predecir de manera fiable el impacto económico total. Demasiado depende de cosas que son imposibles de saber, como la duración del brote, la cantidad exacta de países afectados y la magnitud de la movilización y mantención de una respuesta normativa rápida, coordinada y concertada, precisa.

“Pero –matiza- sí sabemos que el brote se manifestó en un momento en que la economía mundial estaba débil, cuando el crecimiento global empezaba a recuperarse de su tasa más baja desde la crisis financiera de 2009”.

Esto “tiene consecuencias preocupantes para los países en desarrollo: condiciones más estrictas de los créditos, un crecimiento más débil y el desvío de recursos públicos para combatir el brote podría disminuir los fondos disponibles para prioridades de desarrollo fundamentales”.

“Una recesión económica podría afectar también la lucha contra la pobreza extrema. Es imprescindible, por lo tanto, que los encargados de formular las políticas en todas partes reconozcan de qué manera los daños económicos se pueden traspasar de un país a otro, y actúen rápidamente para prevenir que se propaguen”, sostiene.

Es probable que ese traspaso se produzca a través de diversas vías. La primera es el comercio: las cadenas de valor mundiales, que representan alrededor de la mitad del comercio mundial se ven interrumpidas por cierres de fábricas y retrasos en la reanudación de las operaciones. La segunda son los flujos financieros externos, que se podrían retirar de los países afectados por esta enfermedad.

“La tercera es el capital nacional —tanto humano como financiero— que está empezando a ser desaprovechado a medida que las fábricas están inactivas y las personas permanecen en sus hogares. La cuarta es el transporte y el turismo, una importante fuente de ingresos para numerosos países en desarrollo) que está disminuyendo con la baja de la demanda y el aumento de las restricciones para viajar”, precisa.

Acota que, “por último, las bruscas caídas de los precios de los productos básicos perjudicarán a los países en desarrollo que dependen de ellos para obtener ingresos que tanto necesitan”.

“Para hacer frente a estos desafíos será necesaria la cooperación mundial. Los Gobiernos deben evitar las políticas proteccionistas, que podrían empeorar las alteraciones en las cadenas de valor mundiales y aumentar los ya elevados niveles de incertidumbre. Pero más importante aún, los Gobiernos deben evitar la restricción de las exportaciones de alimentos y productos médicos necesarios y, en cambio, trabajar juntos para apoyar una mayor producción  y asegurar que los recursos lleguen a los lugares donde más se requieren”, precisa Ceyla Pazarbasioglu.

La vicepresidenta de EFI indica que en el mediano plazo, y a medida que las condiciones económicas mejoren, la recomendación para los responsables de las políticas es “no mirar introspectivamente, sino incentivar a las empresas a mantener altos niveles de inventarios y a diversificar a sus proveedores para gestionar mejor los riesgos”.

“Además de la cooperación, será necesaria la asistencia internacional, particularmente para los países de África al sur del Sahara que carecen de la infraestructura sanitaria que se requiere para frenar la pandemia. Y todos los países deben colaborar para aumentar la transparencia en la información sobre la propagación del brote, ya que el miedo y la desinformación puede aumentar sus impactos económicos”, advierte. 

Pide a los países en desarrollo aumentar el gasto en salud, fortalecer las redes de protección social y apoyar al sector privado.

Sostiene que los bancos centrales en los países en desarrollo “—en particular aquellos que son susceptibles a periodos de aversión al riesgo— deben estar preparados para reaccionar a movimientos de los mercados financieros incontrolados”.

“Tal vez necesiten bajar las tasas de interés e inyectar liquidez para restablecer la estabilidad financiera y el Grupo Banco Mundial está desempeñando una función clave para ayudar a los países en desarrollo a adoptar las medidas necesarias en estas esferas”, recuerda.

Detalla que “con nuestro paquete inicial acelerado por un monto de US$ 12.000 millones proporcionaremos apoyo inmediato para los esfuerzos de los países en desarrollo dirigidos a fortalecer los sistemas sanitarios y minimizar los daños a las personas y las economías. Dependiendo de la duración y la gravedad de la pandemia, estaremos preparados para poner en marcha una segunda fase de asistencia, con un mayor énfasis en los impactos sociales y económicos”.

Con el paquete se moviliza un conjunto completo de las capacidades de EFI —provenientes del Banco, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) y la Corporación Financiera Internacional (IFC)— para limitar los daños tan pronto como sea posible.

“IFC, por ejemplo, está trabajando con los bancos comerciales a fin de aumentar el financiamiento del comercio y el capital de trabajo para las empresas. También apoyará directamente a sus clientes corporativos, concentrándose en sectores estratégicos, como el equipamiento médico y los productos farmacéuticos, para mantener las cadenas de suministro y reducir los riesgos de deterioro de la situación”, detalla la vicepresidenta.

Considera que a pesar de las turbulencias en los mercados financieros, los encargados de formular las políticas “deben mantener la calma”.

“Deben utilizar todos los instrumentos normativos que tienen a su disposición, entre ellos las políticas monetarias, fiscales, comerciales y de inversión, para aumentar la confianza. Durante la última crisis financiera mundial, la respuesta normativa coordinada y sincronizada fue crucial para controlar dicha crisis, recordó.