Agencia de Noticias Panamá

Covid-19 en tres planos

En tiempos de pandemia por Coronavirus, varios canales de tv por suscripción han tenido la idea de transmitir películas sobre epidemias, contagios, vampiros, zombies y demás pestes contagiosas, lo cual, en lo personal, lejos de parecerme inapropiado me ha parecido acertado y pertinente ¿por qué? Porque mucho de lo que veíamos como una posible exageración, ficción o absurdo, nos está mostrando grandes realidades que esta crisis nos ha dejado.

Por suerte para todos, aun no tenemos que combatir zombies o vampiros en las calles (salvo que los “gobiernos y corporaciones nos oculten algo”, conspiradores dixit) pero, definitivamente sí estamos batallando con un enemigo que está allá afuera, acechando, por eso, antes de seguir con esta conversación les pido un favor: si no es necesario, quédense en casa.

Listo, una vez hecha esta solicitud, sigamos conversando sobre el Covid-19 y el impacto que ha tenido en nuestras sociedades, pero hagámoslo desde un enfoque distinto.

Para continuar con las películas, estas nos muestran una visión bastante homogénea de lo que pasa en un mundo post apocalíptico: ciudades en ruinas, sin servicios públicos, escasez  de productos básicos, alimentos y, por qué no, hasta de Twinkies (Zombieland), pero sobre todo muestran algo muy particular y que hemos asumido como parte del drama: la degradación moral en la cual caen las sociedades las cuales, lejos de luchar por reunificarse, sobrevivir y prosperar, caen en casos, muerte y más destrucción.

Pero, lo que nunca anticipó película alguna es que nosotros mismos fuéramos instrumentos de nuestra propia destrucción (aunque Simón Bolívar dijo una vez: un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”) y vaya que estamos viendo esto.

El gran problema con el Covid-19 es que alrededor de él se han concentrado las debilidades y carencias más grandes de todos nuestros sistemas: políticos, económicos, sociales, sanitarios y educativos. Este peligrosísimo coctel sólo ha traído la violenta expansión del virus y, tristemente, miles de muertos a nivel mundial. Entonces, vale preguntarse ¿por qué está pasando esto?

1.  El enfoque político: dos de los países que más están sufriendo esta crisis, España y USA, con gobiernos en extremos opuestos del espectro ideológico, menospreciaron los efectos de la crisis, a todo nivel, esto impidió que, como gobiernos, pudieran tomar medidas que protegieran a sus ciudadanos. Caso similar pasó en Italia, dónde la epidemia se estaba esparciendo a una velocidad frenética y la respuesta de sus autoridades fue sumamente lenta. Es por esto que, sin desear ser pájaro de mal agüero, países como México y Colombia (tal vez mucho más el primero que el segundo) podrían experimentar situaciones alarmantes, debido a la inacción o acción tardía de sus gobiernos.

2.El enfoque social: en este punto creo que debemos hacer dos aclaratorias, primero la netamente demográfica (las edades que más se están afectando) y luego, la de la conducta social. En un principio de la crisis, se mencionó que los más vulnerables a esta enfermedad eran las personas mayores de 60 años o con condiciones preexistentes (hipertensión, diabetes, cáncer, etc.) y es por esto que países europeos como Italia y España, cuya pirámide poblacional es invertida, han tenido tantos fallecimientos en personas mayores, sin embargo, de pronto comenzaron a enfermar y a morir los más jóvenes ¿por qué? Esto lo respondemos con el segundo aspecto mencionado antes: el comportamiento social. Si bien los gobiernos actuaron mal o tarde, la respuesta de una gran parte de la población ha sido peor. Los más jóvenes, sintiéndose todopoderosos e invencibles, lejos de quedarse en casa y tomar medidas preventivas, se fueron de fiesta, de bares, a las playas, incluso inventaron estupideces como “El coronavirus challenge”. Luego de esto comenzamos a ver médicos envueltos en lágrimas pidiendo a la población que por favor no saliera de sus casas. Aun hoy en día, luego de miles de muertes, seguimos oyendo esos llamados, incluso en nuestra amada Panamá. Y esto nos lleva a nuestro tercer y último enfoque: 

3. Las redes sociales y la viralización de la desinformación: sólo una cosa ha sido más peligrosa y de rápida expansión que el Covid-19: la desinformación y rumores alrededor de esta enfermedad y esto gracias al mal uso de las redes sociales. Y es que, de alguna forma, pareciera que las redes sociales nos han quitado la capacidad de ver el peligro y la seriedad de las cosas (todo lo hemos convertido en chistes y memes) o la capacidad de discernir sobre lo verdadero y lo falso, haciendo de internet y las redes un inmenso caldo de cultivo para los más absurdos remedios, las más alocadas teorías de conspiración y las mentiras mas grandes (desde la muerte de alguna personalidad, hasta imágenes de saqueos, manifestaciones y tomas militares que no han sucedido del modo que e están describiendo). Todo viralizado por la inmediatez de las redes sociales. 

Para concluir, está en nuestras manos combatir, contener y vencer esta pandemia, porque está en nosotros mantenernos en nuestros hogares, lavarnos las manos y aplicar todas las medidas que las autoridades competentes nos pidan.   
Dios los bendiga, guarde y proteja de todo mal.